METAMEMORIAS, EL HOMBRE DETRÁS DEL PRESIDENTE ALAN GARCÍA (*)

¿Cómo alguien que logró tanto y que fue tan amado por tantos, acaba sus días en la plenitud de su conciencia y talento de una manera tan dramática? De alguna manera Platón nos acerca a la respuesta cuando sostiene que «es la ocurrencia la que obliga”, pero también, porque esa puede ser la consecuencia de descubrir -como sostuvo el poeta francés Gerard de Nerval-, “que el mundo real era en realidad el infierno”.

Las Metamemorias de Alan García constituye la mejor de sus numerosas obras, es el resumen apretado de una vida agónica que exhibe a plenitud el alma noble de un dirigente popular, de un pueblo y un partido que viven la política con honestidad. Es el recuento emocionado de vivencias que -como la propia vida de Arguedas- constituye un registro acumulado de esas mismas pasiones que forman la nacionalidad en un mundo geográfico en el que los pobres signados por una fatalidad absoluta parecen -a pesar de todos los esfuerzos que se hagan-, que nunca dejaran de ser pobres, que vienen de la nada rumbo a la nada, mientras sólo unos pocos siempre lo tienen todo…y entonces ¿cómo vivir sin poder resolver eso a pesar de todos los esfuerzos que se hagan?

Siento que cada momento en este libro toca fibras sensibles, texto lleno de lealtades señaladas y traiciones mencionadas con sutil digresión, se rebela contra esa vida de ficción que se inicia en los colegios donde se inventan héroes y triunfos en guerras que se pierden y gobiernos que exhiben de todo, menos moral, en un país dramáticamente construido en desniveles groseros para que nadie pueda caminar derecho.

Metamemorias es el registro emocionado y descarnado de vivencias de un hombre comprometido, de un caminante inagotable que sigue protestando en medio de un mundo de resbalosas oportunidades en las que los buenos parecen ser una excepción y los malos parecen siempre ganar.

¿Cómo es que un hombre signado por triunfos impresionantes, que lleva al poder a su viejo partido tras más de 60 años de persecuciones y vetos, que dirige en dos ocasiones el destino del país y lidera una revolución por momentos imposible, fue finalmente cercado por el odio y la inquina? ¿Qué fue de las pasiones despertadas, los juramentos de consecuencia y los amigos que dejaron de contestar las llamadas? ¿Cuándo el antiaprismo de vieja data mutó hacia el antialanismo odiador y ruin? Esas son preguntas que aun dan vueltas en mi mente en el intento de comprender la pequeñez del hombre frente a la inmensidad de la vida y la historia.

Recibí con orgullo el encargo de formular algunos apuntes biográficos y populares sobre Alan Garcia en vida -honor para quien no era precisamente parte de su entorno más cercano-, pero no sabía que casi al mismo tiempo, y con mucho mejor talento por supuesto, el estudiado me estudiaba escribiendo una historia mayor, nuestra historia, y por eso, estas 528 páginas redactadas por este hombre excepcional que vivió en medio de circunstancias excepcionales y que escribió de alguna manera su biografía rumbo al sacrificio, me resulta tan especial e impactante por la similitud con la dignidad con la que los apristas en la gran clandestinidad aceptaban su destino y marchaban a la cárcel, al destierro o al paredón, gritando SEASAP.

Aquí está esa visión dolorosa de una Nación que merece un mejor destino, aquí también, el Perú de las oportunidades pérdidas, de nuestros padres y abuelos del aprismo que compartió con Haya de la Torre y sus compañeros, del martirologio aprista que sintió siempre tan cercano, ese país que tanto amó y esa gente que defendió por décadas y por la que se enfrentó a la muerte cantando sus propias alabanzas y anunciando que la tierra prometida de justicia social es aún esa posibilidad en la que él creía con optimismo a pesar incluso, de lo irónico o incomprensible que pudiera parecer entregar la vida por los demás en una dimensión que no conocerán nunca, ninguno de sus pequeños detractores.

Metamemorias es un libro escrito por un hombre bueno y justo, con mucho talento y cuyo contenido ratifica reiteradamente lo que he afirmado en anterior oportunidad: Sócrates tenía razón, Todas las almas de los hombres son inmortales, pero las almas de los justos, son inmortales y divinas.


(*) El martes 17 de diciembre, mientras se recordaban 8 meses de la partida física del presidente Alan García, un aprovechado «humalista» intentaba colgarse de la fecha publicando un texto lleno de mentiras y poca calidad, evento que terminó en escándalo cuando los asistentes se trenzaron a golpes , en tanto, un acto cultural abarrotaba “la Sala de las Banderas” ubicada en el segundo piso de la Casa del Pueblo en el marco de un tributo a AGP presentando su obra póstuma METAMEMORIAS que, a estas alturas, ya se considera un éxito y va por su segunda edición. Estuvieron presentes el joven Secretario Nacional de Capacitación del PAP Alvaro Quispe, la ex regidora de Lima Evelin Orcón, los secretarios generales del PAP Elías Rodríguez y Benigno Chirinos -quien es además presidente de la Confederación de Trabajadores del Perú-, el analista Luis Nunez, la historiadora Cecilia Bakula, el escritor y Director de La Tribuna German Luna -cuya intervención en términos generales se reproduce en la presente nota-, Carla García y Mauricio Mulder.

EL PERONISMO NUNCA MUERE

Eva Duarte de Perón y las elecciones en Argentina

El peronismo ES AHORA, DE TODOS y la marcha peronista retumba entre los grupos de argentinos que van por las calles saltando de alegría y entonando el himno del movimiento que Hugo del Carril hiciera popular. El significado de las últimas elecciones, involucra a todos, pero da un giro sustantivo de timón y parece reorientar al país hacia un modelo que atienda la demanda popular con responsabilidad, confirmando la tesis por la cual el peronismo es en esencia un sentimiento, una expresión popular y una esperanza que anida en el alma argentina que renace, sobre todo, cada vez que la crisis asoma como una posibilidad.

Los descamisados vuelven entonces y aparecen, varias décadas después, como protagonistas redimidos tras esa sombra irreductible e imperecedera de Evita que alienta el grito emocionado de Los muchachos peronistas que proclaman que unidos triunfarán dando como siempre ese grito de corazón: Viva Perón, Viva Perón.

Las cifras confirman la crisis con la misma firmeza que el triunfo y entonces, los sindicatos, las Madres de Mayo y el pueblo en general celebran en simultáneo -en privado y en las calles-, un triunfo que sienten de todos y que convierte en profético un mensaje del general Perón: “Aunque nos derriben mil veces, mil veces volveremos”, siendo que eso es precisamente lo que parece suceder con la victoria de Alberto Fernández, quien, tras una complicada alianza que demandó ceder ante posiciones aparentemente extremas e irreductibles, pudo finalmente arribar a entendimientos que empezaron con la renuncia de Cristina Fernández a la candidatura presidencial y llegó hasta la ruptura con las posiciones tolerantes con el chavismo, probando que la avalancha peronista lo que expresa, es una voluntad colectiva heterogénea y no dogmática pero que cuando hace esfuerzos reales, puede replicar –como en este último esfuerzo electoral-, la misma tolerancia y amplitud de criterios que hace posible desde hace mucho tiempo, la unidad en el movimiento sindical y social argentino.

El Peronismo por lo dicho, sigue siendo una alternativa que reúne desde montoneros hasta kirchneristas alrededor de un conjunto de valoraciones que todos  hacen suyas y que se nutre del imaginario popular, preservando al mismo tiempo en conjunto, el valor del mito y la presencia de Evita quien hace posible esto porque sigue concentrando expectativas y mandatos de su pueblo, con la misma consistencia y energía con la que irrumpió en la escena política logrando la ley de sufragio femenino, la igualdad política entre hombres y mujeres, la igualdad jurídica entre cónyuges, la patria potestad compartida, el Partido Peronista Femenino, la vasta lista de derechos sociales y laborales  y esa impresionante acción social dirigida hacia los grupos más necesitados que son quienes la convirtieron, en el símbolo incuestionable del nacionalismo argentino.

Pero estas no son las únicas consideraciones por las que el peronismo expresa el sentimiento popular argentino, lo es además, su capacidad autocritica y de deslinde  que expresan una real consecuencia de las varias  divisiones internas que  conspiran contra su esencia nacionalista y la hacen perder elecciones, pero de la misma manera como la derecha, los fracasos del modelo económico, las crisis y los ataques, impulsan su unidad, esa fortaleza que le permite ser expresión genuina que evoca los recuerdos más bellos de la gesta de Evita, los días de la gloria peronista y ahora, el triunfo popular de “Todos”.

Enorme responsabilidad la que toca y habrá que probar que el peronismo es una solución y que está distante de la demagogia populista. El Frente llevó la fórmula Fernández-Fernández y triunfó evocando otra asociación popular de una dupla presidencial: Perón-Perón, fórmula que recuerda el mensaje que Evita legó en su libro La Razón de mi vida cuando escribió: “muchas obras han sido construidas con criterios de ricos… y el rico, cuando piensa para el pobre, piensa en pobre. Otras, han sido hechas con criterio de Estado; y el Estado sólo construye burocráticamente, vale decir con frialdad en la que el gran ausente es el amor”. Nuevas motivaciones para el nuevo gobernante justo ahora que los argentinos han votado contra los ricos y por el amor… ¡Que todo sea diferente y que viva Eva Perón!.