A MÍ, POR EL PENSAMIENTO CRÍTICO

Abrumado por la imposibilidad de atender y contestar la sorprendente cantidad de llamadas y saludos que por todos los medios han tenido la gentileza de hacerme llegar, con motivo de cumplir un año más éste último día 22 –con terremoto incluido-, quiero en estas líneas, que surgen de lo más íntimo de mi ser, agradecer de manera especial y muy fraterna, a quienes se tomaron el trabajo de enviarme una nota, hacer una llamada o simplemente, recordar la ocasión.

No siempre es de comprensión general, como la vida es, en sí misma, un privilegio, y cómo vivimos rodeados de un conjunto de valoraciones y sentimientos –a veces equivocados- que nos hacen perder el tiempo y oportunidades dejando de lado lo realmente trascedente, permitiendo que guie nuestro destino, lo negativo, lo que nos distancia y diferencia, en medio de esa rara forma de convivencia en la que pasan nuestros días, signados por la guerra, la violencia, la maledicencia y el daño que nos hacemos sin que los humanos podamos probar, plenamente, que somos esa expresión “superior” que con vanidad reclamamos ser, por encima de los animales.

Aprendí desde muy niño – hace muchísimos años- que la vida debe tener por finalidad, buscar o construir la felicidad individual y grupal. Por eso agradezco que mi existencia haya estado tocada por privilegios derivados de la incólume vocación democrática y progresista expresada en la ideología de mis padres, pero además, por lealtades que han añadido a mi extraordinaria e insustituible familia de sangre, otra, no menos importante, pero en donde la solidaridad, la fraternidad y la libertad constituyen herramientas de convicción y vida que  son  el santo grial  que reúne presencias en la fraternidad aprista,  la comunidad logial, entre mis colegas abogados y el periodismo, con quienes he transitado por varias décadas, aprendiendo a observar, informar y opinar críticamente, pero siempre con apego a la verdad.

Finalmente, una ocasión como esta, es sólo un excelente pretexto para rendirle tributo a la vida y la posibilidad de poder seguir haciendo cosas, también, para evocar a los que partieron antes, a los que viven horas de profundo dolor y, a los que habiendo llegado después a este mundo -entre ellos mis entrañables hijos-, deben merecer nuestra atención y esfuerzo para que puedan vivir en un lugar mejor al que nos tocó, rodeados de fraternidad, amor y felicidad.

Mi abrazo fraterno a José Barba Caballero, Mauricio Mulder, Ricardo Ramos Tremolada y Cesar Campos por el afecto y las oportunidades otorgadas en todos estos largos años; pero al mismo tiempo, recuerdo emocionado a mi padre, Victor Luna Masias, a Victor Raúl Haya de la Torre mí maestro, Ramiro Priale, Carlos Manuel Cox, Fernando León de Vivero y Alan García; a Victor Manuel Avendaño, Gustavo Valcárcel, Magda Portal, Victor Humareda, Laureano Carnero Checa, Absalón Otero Luna, David Odría Lacotera, Hector Delgado Parker, Alfonso La Torre, Augusto Ferrando y con ellos, a todos los que contribuyeron en mí ya largo proceso de aprendizaje y  formación, dejando una huella indeleble en el ejercicio de una vida dedicada fundamentalmente al pensamiento crítico.

A todos, en la meseta de una existencia en la que buscar y encontrar amigos de verdad no me ha sido difícil, mi agradecimiento infinito.

Lima, 22 de junio de 2021.