La presencia del gran capital con el que se inauguró el capitalismo en nuestros países sin haber superado la etapa feudal, tuvo un efecto inverso al esperado, impidiendo el desarrollo local como consecuencia de la naturaleza dependiente del modelo impuesto y esa noción de sobre-acumulación de riqueza expresada en la cruel explotación que puso mucha riqueza en manos de unos pocos y, sobre la mayoría del pueblo, pobreza y exclusión.
Asi lo sostiene Haya de la Torre cuando denuncia que el atraso y el subdesarrollo entonces, fueron una responsabilidad de quienes detentaron el poder decidiendo cómo, para quien y con quien gobernaban, con las secuelas de la asimétrica economía que impidió dar los saltos cualitativos que pudieron mantenernos -teniendo en consideración el valor de las materias primas- en la vanguardia del siglo XX y, exitosamente, en el umbral de la civilización del siglo XXI si nuestros gobernantes hubieran entendido el sentido de las transformaciones del mundo industrial, asi como, los aportes de la revolución del conocimiento, las tecnologías aplicadas y hasta la inteligencia artificial que a estas alturas resultan comprensiblemente distantes de nuestra realidad.
La doble moral de las derechas persiste hasta ahora en desconocer su responsabilidad en este panorama de oportunidades pérdidas, al punto que, liderando la ofensiva neoliberal del último tercio del siglo XX, sumó a la desnaturalización del proceso de globalización, el anuncio fatal del fin de las ideologías y el ocaso de los partidos políticos, patraña usada propagandísticamente para afirmar sus intereses en una Aldea Global que lo que globalizó finalmente, fueron las relaciones del gran capital financiero internacional, atrapando los mal llamados mercados libres para servir a la dinámica económica de las corporaciones multinacionales que trajeron lesivas políticas fondomonetaristas que frenaron el progreso e impidieron el surgimiento de un modelo capitalista alternativo y menos agresivo de empresarios y emprendedores nacionales.
Los fracasos del socialismo Soviético y los gobiernos de inspiración marxista fueron tomados en la misma época como el pretexto perfecto para instrumentalizar el desprestigio de la izquierda indoamericana en favor del jurásico discurso conservador que, con impostada narrativa liberal, se esmeró en abrir las puertas a un neocapitalismo que, decían, afirmaría la defensa de la libertad económica, resultando ser, una falacia llamada a convertirse en sostén y paradigma de un sistema salvaje que en contraposición, promocionó una mal llamada democracia con desigualdades sobre la que teorizó la pluma de alquiler de un curioso ejército de opinólogos –personajes sin oficio científico, ni cartas democráticas que los avalen- quienes, desde la estructura comunicacional de la llamada sociedad moderna, empoderaron al practicismo de la real politik para servir al nuevo negocio de las membresías y vientres de alquiler convertidas en los dueños de los partidos políticos, ahora fachadas sin ideología, planes, ni programas creados exprofeso para asaltar el Estado, cual botín pirata.
El fracaso de los ensayos de la vieja y clásica política vendría de la mano de la sinuosa experiencia caviar que hizo por su lado labor de quinta-columna, poniendo en evidencia su pobreza intlectual, la pérdida absoluta de identidad y lo poco que le quedaba de vergüenza a la otrora izquierda comunista camuflada en trajes rosados y ONG´s, debiendo desde entonces el aprismo, asumir el liderazgo y defensa de las propuestas progresistas, acompañando las luchas del pueblo, sobre todo, desde que Victor Raul Haya de la Torre lideró la elaboración de la avanzada Constitución Política del Perú del año 1979 que consagró los derechos sociales y el modelo de sociedad con bienestar en la que Alan García se inspiraría para ejecutar la trascendental obra social legada por su último gobierno, a pesar del impacto de las campañas en su contra y la traición que le hicieron el juego a los enemigos históricos de un aprismo que no detuvo su acción política, confirmando su firme convicción democrática y la plena vigencia ideológica de su pensamiento progresista, antiimperialista, transformadora y revolucionaria.
A punto de cumplir su primera centuria, el APRA sigue vigenhte y presente como el arma más efectiva en la defensa de los derechos de los trabajadores y centro gravitacional de la política social, más allá de las agendas coyunturales y electoreras que distraen cual cajón de sastre, planteándonos en cambio, como sostenía el propio fundador del aprismo, cambios estructurales que permitan avanzar en el proceso constructivo de la nacionalidad para reunificar la patria sobre objetivos comunes, combatir la antipolítica y volver a esa institucionalidad que las derechas e izquierdas dinamitaron por décadas con consecuencias nefastas. La sociedad moderna lo que necesita, es menos discurso y una democracia real, partidos sólidos cuyos adherentes tengan conciencia suficiente para aportar en la consolidación de un modelo social de progreso, coinvirtiendo al Estado en un agente eficaz y justo árbitro de las complejas relaciones entre el capital y el trabajo, es decir, un modelo que garantice la libertad de los ciudadanos, ponga la economía al servicio del hombre y promueva todo tipo de inversión y propiedad, redistribuyendo con justicia la riqueza obtenida a fin de ir resolviendo los problemas de la gente mientras transitamos hacia una sociedad moderna y desarrollada con una plena democracia política y económica.
La señal que daría luces y marcó distancia de las fuentes del poder mundial la dio Victor Raul Haya de la Torre tras su conocida frase: “Ni con Washington, ni con Moscú“, acaso una proclama visionaria que señala el compás de la indeclinable lucha política que debe mantenerse sobre una línea moral inclaudicable. Por eso, la confrontación con los gobiernos conservadores que condenaron a la exclusión, la falta de oportunidades y el hambre a las grandes mayorías nacionales no tuvo, ni tendrá descanso, de la misma forma como tampoco tendrá concesiones la confrontación con la demagogia comunista que antes con Juan Velasco y ahora, con Pedro Castillo, mantienen la estafa de un gobierno autoproclamado sin derecho “del pueblo”, pero que exhibe una aberrante obsecuencia de mediocridad ante la corrupción que apaña esa organización criminal que opera desde el propio palacio de gobierno en estos días.
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(*) Fotografia de Victor Raul Haya de la Torre y Albert Einstein de febrero de 1948, en la residencia universitaria del sabio alemán en Princeton, EEUU, lugar donde el premio Nobel se refugió tras la persecución nazi a los judios. Ambas extraordinarias personalidades desarrollaron una relación amical-intelectual que los hizo coincidir en diversos momentos de sus vidas. Aparecen juntos como consecuencia de un libro de homenaje a Romain Rollan que data de 1926 editado por Máximo Gorky y Stephan Zweig; en 1927 a propósito del Congreso Mundial contra la opresión Colonialista o Congreso Mundial Antiimperialista de Bruselas; cuando Einstein se pronuncia en defensa de la vida de Haya de la Torre al ser apresado y, a punto de ser condenado a muerte, por Luis M. Sanchez Cerro en el Perú (1932), asi como, en distintos momentos en los que intercambiaron puntos de vista en torno a la relatividad y otros asuntos que serían parte del libro Espacio Tiempo Historico de Haya de la Torre (1948).