GRANDE Y GENIAL EL POETA, VIBRANTE Y VALIENTE EL MAESTRO…
Haya de la Torre y el poeta Valencia
!Me inclino reverente ante su recuerdo!
Cuando Alberto Valencia se marchó el 2005, entre Altas Letras y el sentido cántico aprista que señala el Paso de los caídos, su vida agónica alcanzó la dimensión que su presencia física parecía impedir, haciéndose desde entonces, una sola con la historia de la causa que abrazó desde muy joven y con la que forjó caminos de persistencia y lealtad, siempre en la defensa de las libertades y los derechos humanos.
El vate, nuestro poeta, había inmortalizado en el verso y la prosa, el dolor de los excluidos y el reclamo de los dolientes, por eso su existencia se considera un instrumento de realización que fue, de la reflexión pura, hacia la política como servicio.
Pasó a ocupar su puesto en el Olimpo de los Nobles Hijos del Pueblo, junto a los que marcharon antes, legándonos la tarea inconclusa de la justicia social y el bien común, por eso, que escuche el que tenga inteligencia y vea quien descubra sus ojos, porque aquí está el hálito del poeta que nos recuerda la profecía:
«Cantemos alegres los viejos combates,
las nuevas hazañas, los viejos dolores
(la palabra es triste).
Que nadie recuerde las negras prisiones
Pues Dios es un viejo que todos los días
conversa en las tardes de Filosofía
(la palabra estalla).
Miles de palomas,
almas extraviadas en la madrugada
inundan el cielo con broncos aplausos
que van alejándose hasta los confines
de una nueva historia.
¡La palabra es blanca y es voz y esperanza
que anuncia el mañana!»
Alberto Valencia
